Mis cuatro reglas para aprender a dibujar rostros

Este año me he propuesto aprender cosas nuevas y una de ellas que siempre he querido hacer es saber dibujar rostros.

Regla nº1: las cosas se aprenden haciendo
Ahora siento que es el momento, no sé realmente por qué pero así lo siento. Cuando te enfrentas a algo desconocido que no dominas, todo te parece un mundo. Las inseguridades dominan tu cabeza y sientes que no vas a ser capaz de hacer algo mínimamente aceptable. Entonces cojo aire y tras una respiración profunda, pienso para mí “tan sólo es una hoja en blanco, no hay más, y por algún lado hay que empezar. Así que a por ello”. Además: ¿Qué es lo peor que puede pasar? Que salga mal, pues sí saldrá ,pero se puede borrar. Piénsalo los errores nos sirven para saber por donde corregir, así que ¡benditos errores!.
Soy plenamente consciente ( y con la acuarela me ha pasado) que las cosas se aprenden haciendo,así que la regla n°1: a dibujar se aprende dibujando.

Regla n°2: crear las expectativas más simples posibles.

Hay otro aspecto importante del que he sido consciente en los últimos tiempos y son las expectativas que tenemos en nuestra cabeza de lo que queremos tener como resultado. Ahí es donde se genera la frustración pues en nuestra cabeza tenemos imágenes de verdaderas obras de arte de personas que han trabajado mucho, mucho, mucho para llegar a tener esos resultados. Por lo tanto aquí va mi regla n°2: mi única expectativa es que mis líneas sean capaces de convertir una hoja en blanco en “algo”, lo que sea. Para mí eso ya es un pequeño avance y fácil de conseguir de acuerdo a los conocimientos que tengo en este momento.

Regla n°3: identificar qué es lo que realmente quiero aprender.

Sí, tengo en la cabeza aquellas cosas que quiero aprender, sería mi regla n°3. Me quiero centrar en dibujar rostros, aprender las proporciones, las medidas “universales”, lo armónico según los cánones de belleza tradicional para luego poder entender y reconocer las particularidades de cada uno. Aquellos rasgos que hacen que cada persona sea única y diferente. Por eso que el proceso es largo, muy largo pero no me importa. No tengo que cumplir un tiempo, se tarda lo que haya que tardar. Y en el momento en que me pongo ya estoy aprendiendo, que es lo que realmente quiero.

Regla n°4: “Dejar reposar”.

He vencido los primeros miedos, mi mano empieza a dibujar y con mucho tiento realizo los trazos que creo que deben hacerse, borro, vuelvo a dibujar y vuelvo a borrar, me parece tan complicado…Berta (la gran maestra) comienza a explicarme: lo primero buscar el centro de nuestra hoja y luego situar la línea donde irán los ojos, la boca, la nariz …todo va relacionado: la separación entre un ojo y otro es igual a la medida de un ojo, la distancia entre la nariz y la barbilla es la misma que de la nariz al entrecejo y del entrecejo a la frente… y así las distintas medidas. Llevarlo a la hoja es otra cosa y lo hago como buenamente puedo. Borro y mucho y tras 2 hrs de trabajo, estoy saturada y siento que apenas he hecho nada.

Antes de cerrar el cuaderno le hago una foto y doy por concluida la primera sesión sin mucho convencimiento. Luego, cuando han pasado horas o incluso días y casualmente echo un vistazo a la foto pienso “pues no está tan mal para ser la primera vez”. Y lo siguiente es una mezcla de orgullo y motivación porque siento que he sido capaz de hacer algo y para mí eso ya es un pasito hacia adelante.

Y así he dado comienzo a mi próxima aventura de aprendizaje y que he decidido compartir por aquí porque detrás de una obra siempre hay mucho más que los trazos que vemos. Hay inseguridades, miedos, retos, triunfos, descubrimientos, superación…

Os confieso que ya estoy contando los días para volver al taller y continuar. Como os he contado, es un proceso largo y no sé con qué me voy a encontrar, volveré a coger aire y respirar profundamente y mi diálogo interno volverá a pasar por las distintas fases que aquí os he contado. Esto no ha hecho más que empezar.



Los comentarios están cerrados.